Érase una vez un pichón llamado Michael y he aquí que un día Michael, cansado de habitar en postes de electricidad, decidió que volaría hasta la cima del más alto de los montes: el Teide.
El valeroso pichón emprendió su vuelo y, decidido a aprovechar las corrientes de aire, aumentó la altitud de su vuelo. Subió tanto que sobrepasó las nubes y, al surgir por encima de ellas, no le dio tiempo a comprender que sobre el se cernía un motor de avión que le hizo papilla.
Fin.
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7 comentarios:
Pobre Michael. Ç_Ç
Bueno...Fue felíz mientras volaba hacía el cielo.
Al menos sobrepasó las nubes y no le dio tiempo a comprender. Saludos en esta noche de insomnio.
Es lo que tiene volar tan alto...
Ç_Ç qué cruel eres con Michael! Encima de que lo matas, lo haces público... Te parecerá bonito... ¬¬
Hale, me despido proque eres un cruel
Lol
Ícaro redivivo en pichón de vuelo limitado...
Y, al final, siempre lo mismo.
Tu no te preocupes, que como los pinguinos no pueden volar, tu no acabarás hecho puré :D
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