jueves, 15 de marzo de 2007

Capítulo 13 - Elefantes y ratones

Siempre se ha dicho que los elefantes tienen miedo a los ratones, pero, lo cierto, es que no es miedo sino furia lo que sienten al ver a dichos animales...
¿Os suena de algo un tal "Ratoncito Pérez"?¿Creeis en serio que un pequeño ratón va a tener un alma tan sumamente altruista como para dar dinero y objetos a cambio de incisivos, colmillos, premolares y molares? En absoluto. La verdad es mucho más obscura y dura.
Resulta que allá por el siglo XVII, los ratones, por su naturaleza cleptómana y su afán de riesgo, comenzaron a entrar en las casas de los seres humanos y a robar objetos de éstas. Eran objetos pequeños que podían portar, pero los saqueos eran continuos. Asi, era frecuente para los humanos despertarse con ausencia de botones, dedales, bolas de naftalina, lacres, pendientes, anillos (los saqueos solían realizarse en casa de aristócratas). Hubo un tiempo en que el salvajismo de los saqueos era tal que un pequeño grupo de ratones comenzó a arrancar dientes de las bocas de sus dueños mientras estos dormían.
Más tarde, una resistencia de ratones, intentando que su especie recobrara el buen nombre de antaño, comenzó a dar dinero a aquellos a los que se había robado para amortizar sus pérdidas y así se fue forjando una tradición: los saqueadores acabaron por llevarse los dientes de los pequeños, que eran fáciles de llevar y no era necesario arrancárselos, y luego algún otro ratón venía y le dejaba al pequeño una moneda (acabaron situándola bajo la almohada porque en otros lugares de la cama se perdían).
Los elefantes por su parte, grandes y poderosos tenían una estrecha relación de correspondencia con los ratones, o esa era la versión oficial. Ciertamente, los elefantes tenían sometidos a los ratones pues poseían un arma que a ellos les aterrorizaba: una potentisima y precisa trompa con la que podrían empaparlos y hasta ahogarlos como a una panda de hippies en una manifestación.
El tiempo pasó y llegó el siglo XX. En la década de los 70, el hombre comenzó a cazar elefantes para arrebatarles el marfil de sus colmillos. Cuando el daño fue notable, los elefantes se alzaron en pie de guerra y juraron venganza: convocaron al ministro ratón y ordenaron directamente el cese de cualquier saqueo que no fueran dientes humanos, los querían todos, les harían sufrir como los humanos les habían hecho sufrir a ellos.
Hoy en día, los elefantes siguen incesantemente sojuzgando a los ratones para que nos roben la mayor cantidad de dientes posibles. Por eso, cuando un elefante ve a un ratón se enfurece: no permite ver como uno de ellos es capaz de no cumplir con su cometido y andar por ahi correteando, en lugar de recogiendo dientes.


Esperemos que nunca descubran que para nosotros, el que nos roben los dientes no supone ni dolor ni muerte, aunque quizá más de uno sí mereciera dolor...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que final mas maquiavelico por tu parte no? xD

No te dan pena los ratoncitos? Estan explotados! Pero los elefantes son demasiado bonitos y monos, no podrían hacer esas cosas... o_ò

Pingüino dijo...

Eso es lo que quieren que penseis...

Anónimo dijo...

hey, no te has acordado de todos los ratones que se comieron en V? quiza sus hijos se están vengando ahora ò_ó

Unknown dijo...

Bueno pero alguien los tiene que parar porque lo implantes salen re caros..Llamemos a tarzan pero no con su grito porque vamos a tener que pagar...