miércoles, 18 de julio de 2007

Capítulo 48 - El ritual de la arena

- ¿Cómo era? ¿Tú lo recuerdas?
- Yo sí, pero no pienso contártelo.
- ...
- Lo sabes, sabes cómo era. Sólo recuerda.
- Había muchos.
- Sí.
- Todos participaban. Modificaban los elementos para crear y dar fuerza.
- Exacto.
- Algunos daban una mágica utilidad a los elementos más primitivos erigiendo grandes constructos, simples pero laboriosos. Otros, con el poder de la paciencia, hacían pequeñas obras compactas y bellas...
- Continúa...
- Había otros, sin embargo, que no practicaban la adición, sino todo lo contrario: eran extractores. Extraían y extraían, de ellos se nutrían los otros dos, pero no por ello suponían una involución: también construían. A veces, incluso desenterraban viejas reliquias y, durante algo más de un instante, abandonaban su tarea.
- Muy bien. ¿Qué más?
- No siempre todos realizaban las mismas tareas. Cada día cada cual elegía la suya. También había trabajos de prestigio: estaban los que con los instrumentos pertinentes maleaban la materia prima y la golpeaban al son de cánticos sagrados que ayudaban a los grandes constructores y compactaban su obra. Por otra parte, los aguadores, señores del líquido primordial, transportaban el agua necesaria para todos los constructores. Podían ser justos y precisos, entregaban lo que era necesario, ni más ni menos, lo transportaban en sus manos y hasta en la boca. Cuando se requería mucho agua, ésta corría a raudales inundando el lugar en cuestión mientras aquéllos encargados de la construcción de ese lugar se afanaban en que no se produjeran desperfectos. Pero, sin duda alguna, el trabajo más prestigioso era el de los místicos de la rueda: iluminados por el saber de la destilación sólida, golpeaban y saltaban en ceremonias de gran complejidad, hasta obtener el sagrado bien que todos, en especial los pequeños constructores de bellas convexidades, requerían para completar sus obras y otorgarlas una belleza inequiparable además de la fuerza de la roca...
- ¿Y qué pasaba después?
- Después... Después había gritos, se daba el fin de la jornada. Todos, inquietos por la segura destrucción de su trabajo, destruían aquéllo para lo que habían trabajado. Los pequeños constructores, cuidadosos y optimistas por naturaleza, solían dejar sus obras que con seguridad serían destruidas. En algunas ocasiones se mantenía su obra, pero igualmente, al acabar la jornada, lo dioses morían.
- Fantástico.

9 comentarios:

Zitrone dijo...

¿Qué construían? ¿Qué es el ritual de la arena?
Lo siento, el verano me atonta...
Besicos de limón

Leia. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Leia. dijo...

La playa me gusta... Siempre dejo que mis "obras" se destruyan, es bonito ver como poco a poco desaparecen.


Un besote!



P.D.: Quizás haya enfocado mal el texto pero me parece que encaja xDD

Anónimo dijo...

Recuerdo la primera vez que fui a la playa (y eso que no era más que un bebé de pecho). Recuerdo lo bonito que era estar sentada en la orilla y que llegaran las olas y me besaran la planta de los pies. Recuerdo cómo me reía.

El primer castillo de arena que hice se desmoronó. Puede que me faltara voluntad de acabarlo, para poder volver a esos besos de sal que tanto me hacían reir.

Zitrone dijo...

... Vale.
Todo el mundo ha comprendido que te referías a la playa y los castillos a la primera... Y ahora que yo también, no puedo dejar de felicitarte por la novedosa forma en la que lo has contado :)
Besicos de limón

Pingüino dijo...

La gracia es que no me refiero a la playa... XD

Anónimo dijo...

JUASCA

y crunch dijo el pinguino.

a eso se le llama corte-que-nos-hace-quedar-a-todos-como-idiotas.

Anónimo dijo...

Voy a intentarlo, pero suelo interpretar estas cosa como me sale del pie xD.

Con la última frase, (antes del fantástico), desvelas todo lo que decías antes, no? Es decir... es una forma de decir que nosotros construímos los dioses, que son como metas, o algo así, y que estos acaban siendo destruídos, si no por los propios constuctores, por la fuerza de otra cosa (que supongo las eras, el tiempo).
Y al principio del diálogo, cuando uno le pregunta a otro que cómo era, es para hacer ver que eso ya no pasa, que los "dioses" fueron destruidos del todo, y eso ya no se hace.

¿Es así? ¿Me acerco?

si lo he entendido bien, el texto es la polla. Y si lo he entendido bien, el diálogo sigue siendo la leche.

Un beso!

Anónimo dijo...

lo segundo es: y si NO lo he entendido bien* (xDDD)